Los impactos de la pandemia del Covid-19 han ido más allá de la enfermedad en sí. Además del creciente número de muertes por Covid-19, la pandemia ha profundizado desigualdades sociales y económicas. Estos impactos indirectos se han compuesto por penetrantes desigualdades de género. Ha habido una escalada de la violencia basada en género dentro de los hogares, aumentando el riesgo de matrimonio infantil y mutilación genital femenina, y una mayor carga de trabajo de cuidado no remunerado, con impactos en la salud mental. Las comunidades de personas afectadas por VIH están, de nuevo, en el cruce de las injusticias y el objetivo de la discriminación. Las medidas para controlar la pandemia han reducido el acceso a los servicios de salud esencial y al bienestar social, incluyendo los servicios de salud sexual y reproductiva, reducción del empleo y la participación en la fuerza laboral, y disminuido muchos ingresos familiares. Una vez más, las mujeres han sido las más afectadas por la marginalización, particularmente aquellas que trabajan en sectores informales. Los análisis interseccionales han resaltado los inextricables efectos de la pobreza, la discriminación racial, las normas de género dañinas, y las limitadas oportunidades para las mujeres, especialmente las de mujeres que ya eran marginalizadas, incluso cuando ellas representan la mayor parte de la línea de frente de los trabajadores de la salud. La desviación de fondos de otros programas de salud y desarrollo hacia la recuperación económica significa que la pandemia está erosionando aún más los avances en salud logrados durante décadas, lo que estanca el progreso en la lucha contra las desigualdades de género.
