«El aborto es una cuestión de salud pública». Esta es una afirmación de sanitaristas, feministas, gestores y ministros de Estado de Brasil. A pesar del vasto coro que la sustenta, el debate público sobre la descriminalización del aborto camina a pasos lentos. La principal fuerza contraria es una fuerza moral, una superposición de creencias religiosas y filosóficas a la orden jurídica democrática. La reciente decisión del Supremo Tribunal Federal de autorizar el aborto en caso de anencefalia en el feto fue una solitaria alteración legal en más de 70 años de Código Penal. Hay proyectos de ley en el Congreso Nacional que proponen la criminalización irrestricta del aborto – incluso en caso de riesgo de muerte para las mujeres o de violación.